Por fin en este año 2019 el Consejo General de Terapeutas Ocupacionales ha adquirido plena capacidad para obrar en el cumplimiento de sus fines, constituyendo un nuevo hito dentro de la historia de la terapia ocupacional en nuestro país.
Pero haber conseguido el Consejo General no es ni mucho menos al final del camino. Desde que tengo memoria siempre que nos preguntamos por el futuro de nuestra disciplina surgía, entre otras, la necesidad y el deseo de tener un Consejo de Colegios que ejerciera la representación de la profesión con plena capacidad a nivel estatal, principalmente ante la Administración del estado y en los ámbitos de decisión en los cuales se gestan las acciones políticas que posteriormente encauzan nuestras intervenciones diarias. La entidad de personalidad jurídica del Consejo puede empezar a abrirnos las puertas de esos espacios de decisión pero por sí sola no va a venir a solucionar de facto todos los “problemas” que nos acucian como colectivo. En el corto periodo de tiempo de vida de nuestra nueva estructura ya hemos sido incluidos en el recientemente creado comité de las profesiones del sector sanitario y social, órgano consultivo en relación con las políticas llevadas a cabo por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Ahora toca estar a la altura de la oportunidad que se nos presenta para poder sacarle el máximo de los partidos a la presencia en estos foros que abre la administración estatal.
La entidad de personalidad jurídica del Consejo puede empezar a abrirnos las puertas de esos espacios de decisión pero por sí sola no va a venir a solucionar de facto todos los “problemas” que nos acucian como colectivo.
Nos encontramos ante un nuevo punto de inflexión en la historia del desarrollo de nuestra Sociedad y de la Terapia Ocupacional dentro de ella, punto de inflexión que llevamos arrastrando años y que quizá dura ya demasiado tiempo. No descubro nada nuevo si afirmo que nos encontramos inmersos en un cambio en el modelo de atención en salud y en la distribución de las prestaciones, de la cual formamos parte como profesionales. Esta situación obliga a ser pragmático al pensar en cómo fomentar a la vez el desarrollo de la disciplina y conseguir aportar valor a nuestra sociedad desde la Terapia Ocupacional. Nuestro paradigma social actual adolece de una más que preocupante fagocitación de lo social por parte de lo económico. Los Colegios Profesionales y el Consejo General debemos constituir una pieza fundamental del sistema como parte de la comunidad, cumpliendo una función social que no se limite a la legítima defensa de los intereses particulares de los profesionales, sino que también debe responder por encima de ello a una decidida defensa de los derechos de las personas, destacando como eje principal el hecho de velar por el correcto ejercicio profesional de las terapeutas ocupacionales. Hemos de colaborar entonces con las instituciones y administraciones públicas en la conservación y promoción del derecho a la salud y de una asistencia sanitaria y social de calidad, participando en la defensa y tutela de los intereses generales de la colectividad como destinataria de la actuación profesional de los terapeutas ocupacionales. Pienso que tenemos que mantener una visión hacia el futuro con el esfuerzo continuo de obligarnos a ver más allá de lo inminente, trabajando en el presente y pensando en el largo plazo. Es imprescindible consultar a todos aquellos que formamos parte de las organizaciones profesionales por cómo vislumbramos el futuro y qué haríamos para hacerlo realidad e implicarnos en ese proceso proactivo de transformación. Los Colegios Profesionales y el Consejo General debemos tomar conciencia de los cambios que están operando en nuestro entorno y darles respuesta. Entre ellos destacaría a mi juicio como los más relevantes la demanda de un acceso inmediato a la información, el ser sensibles al activismo creciente de grupos de interés sociales y la demanda creciente de transparencia, ética y buen gobierno.
Nos encontramos inmersos en un cambio en el modelo de atención en salud y en la distribución de las prestaciones, de la cual formamos parte como profesionales
Insisto en que la profesión debe desarrollarse en el ámbito político, donde se producen las decisiones que marcan el futuro. El asociacionismo verdaderamente representativo es clave en este proceso, y supone claramente una de las carencias históricas de nuestra profesión. Los Colegios han de cumplir con ese cometido, pero no en exclusiva. La participación activa y proactiva desde su propia individualidad de las terapeutas que desarrollan su labor en los diferentes centros y servicios sanitarios y socio sanitarios, en los claustros de las Universidades y en el seno de los sindicatos y los partidos políticos (éstos últimos más que escasos, casi testimoniales) son buenos ejemplos de ello.
Querría concluir exponiendo un par de ideas que pienso son importantes de una manera transversal, la primera es que viniendo de una época en la que afortunadamente están surgiendo múltiples estructuras relacionadas de manera directa con la Terapia Ocupacional: Colegios Profesionales, Facultades, Asociaciones de Estudiantes, Sociedad Científica… es necesario esforzarse por dejar de funcionar como “Reinos de Taifas” y empezar a construir una verdadera red con nodos activos y coordinados. La segunda reflexión va dirigida a todas y todos los terapeutas ocupacionales para sugerir que la apliquen en cuantas acciones realicemos desde nuestro rol profesional, y es que no podemos limitarnos a esperar que suceda lo que deseamos, sino que hemos de trabajar por que el futuro sea como nosotros queremos.
Jorge Arenas de la Cruz - Presidente CGCTO